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Los líderes no deberían intentar hacerlo todo

Owen Davey

Resumen.   

Los autores, exdirector ejecutivo de Procter & Gamble y exdecano de la Escuela Rotman, respectivamente, con frecuencia se encuentran sentados al otro lado de la mesa ante líderes abrumados. Estos ejecutivos están intentando mejorar o dar la vuelta a una organización o a la parte que dirigen. Todos se enfrentan a una lista larga (y normalmente alargada) de cosas importantes de sus listas de tareas pendientes. Todos entienden que el trabajo de un líder implica trabajar intensamente. Pero para muchos de ellos, el estado actual parece demasiado y está empeorando. El problema es que, si bien una empresa siempre puede ampliar su capacidad para satisfacer la creciente demanda, el horario del líder está limitado por la naturaleza: como dice el refrán, un día solo tiene un número limitado de horas. Muchos líderes piensan que pueden hacer más si simplemente se esfuerzan más y durante más tiempo. Pero a su debido tiempo se cansan, su productividad general disminuye y corren el riesgo de quemarse y salir. En este artículo, los autores, basándose en su propia experiencia y en la de los directores ejecutivos a los que han asesorado, explican cómo escapar de esa trampa.
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A diferencia de una empresa, que puede ampliar su capacidad para satisfacer la creciente demanda, un líder está limitado por la naturaleza: como dicen, el día solo tiene un número limitado de horas. Muchas personas piensan que pueden aumentar su productividad trabajando más duro. Pero eso, a su debido tiempo, es un juego perdido. Se cansan, su producción total cae y corren el riesgo de quemarse y elegir salir.

A version of this article appeared in the January–February 2025 issue of Harvard Business Review.

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